Había cuajado una faena completísima, callando a todos los que le acusaban en tertulias de tabernas de estar limitado en cuanto a variedad de pases, en cuanto a la facilidad con toros de poco trapio pero achantado cuando el animal no baja la cabeza ni humilla. La banda puso música de su tierra para amainar el viento que se había levantado en esa tarde de primavera. Y lo citó donde pocos lo hacen. En el centro del redondel iba a buscar lo que le faltaba para salir por donde los más grandes. Y el coso dijo aquí estoy. Silencio sepulcral para el último instante. Rabia en el estoque contenida y envuelta en la perfección de la búsqueda de la entrada certera. Todo a su favor. Todos con él contra su enemigo. Error en el último instante. Pinchó en hueso. La plaza contiene el grito de desaliento. Y sólo una voz infantil, inocente, ignorante, esperanzada, inútil, bellísima... "¡Bien!"
6 comentarios:
Te comprendo pero no. Bien ante eso nunca, bien ante un valeroso indulto o ante una muerte limpia, nunca ante un pinchazo.
Preciosa entrada.
Me has recordado a Búfalo, el limpiabotas de Juncal.
Como dice Rocío, yo prefiero una estocá hasta la bola.
Un abrazo
Pufffff… si no se mata bien, la faena se jode entera, por buenos pases que se dieran… como lo que me pasó a mí en Psicología, ejejjee
Kiss
Prefiero que los toros estén libremente por el campo.
Ummm...hoy un besiño solo ;)
Los temas en los que es fácil la discrepancia pueden encerrar también sus momentos de ternura y comprensión entre las partes.
Os leo y nos leemos.
Besos
Antonio
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