Conmigo no. En aquel fango nos conocíamos todos y allí no estabais. De haber estado hubierais sido mi revulsivo, ese pisotón que te despierta y te hace agarrar los bártulos y dar los pasos al frente que todos esperan. Pero no os vi y eso que erais los primeros en aparecer siempre. Sin que nadie os llamara. En alguna ocasión incluso teniendo vuestra mano antes de que fuera a surgir el problema. ¿Dónde estabais ahora que contaba las horas para mi total desaparición? Hundido, acabado, humillado y desposeído de todo bien material e incluso humano. ¿Dónde estaba ese asidero que siempre guardaba como último as tras la bocamanga?
Dónde, dónde, dónde... se apagaba la voz en aquel estercolero. ¿Dónde estaban mis enemigos cuando los necesitaba?
3 comentarios:
Yo por eso tengo la máxima siguiente: Amigo mío puede ser cualquiera, a mis enemigos los escojo yo.
Es importantísimo tener enemigos de categoría.
Saludos
Un buen enemigo esta sobrevalorado en estos tiempos ;)
Beso.
No cogé ventaja, hay que ser libres especialmente en eso. Felices Fiestas.
Mayte, ¡hay tantas cosas sorbevaloradas! con lo sencilla que suelen ser las cosas. Felices Fiestas
Nos leemos.
Antonio
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