Los caminos concluyeron todos en aquella ensenada. Los que parecieron solitarios caminantes de pronto formaron piña entorno a una desesperación. No hay nada más desesperante que la alegría de volver a ver a tus iguales. Aunque esos iguales sean lo más diferente que pudieran enfrentarse. Pensaste que entre muchos algun punto común te uniría pero era simple desesperación lo que las caras reflejaban en una luna que rompía la noche, cosa poco habitual en la ensenada de Arneliña.
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