Se dio cuenta de que una bala le había rozado la camisa cuando llegó a su casa. Se sentó a peso sobre el sofá y perdió la mirada que nunca más recuperaría del final de la habitación. Ni el ruido ocasionado por la Heckler al caer al suelo deslizándose desde su mano sudorosa le sacó del trance. Otra vez había disparado él antes pero una bala le había rozado la camisa...
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