Llegó el turno de la defensa final del acusado, ese momento en que el abogado defensor expone los motivos por los que no hay caso ni elementos punibles en las acciones de su defendido. Bien lo tenía controlado, estudiado hasta el último de los detalles, cubriendo las posibles muecas del jurado, incluso sin salirse de la línea acordada realizaar algunos giros que reforzaran la inocencia. Es era su trabajo y allá iba cuando la mano de Ramiro freno su brazo, su cuerpo y su carrera, que estaban ya casi ergidos delante de la larga tribuna. "Déjame a mi, esto tiene que ser rápido", una mirada explícita del abogado no bastó para frenarle. Aclaró su voz, y se dirigió a los presentes, "Nada de lo que he hecho desde mi ordenador ha causado problemas, sencillamente me denunciaron por conseguir ser feliz abandonando mi vida que se ve por la que no tengo más remedio que vivir, la virtual soñando estoy allá donde no puedo, reviviendo con los ojos y voces de los que si estuvieron. Me quieren encerrar para que no pueda ser libre a mi manera. Les duele la diferencia."
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