Algunos pensarán que vestirse de domingo para ir a un notario a dejar semejante herencia es exageración. Ahora le tocaba a él. Es lo que te llevarás, hijo, como primer descendiente, el resto ya verás como terminan con tanta hectárea, tanto apartamento, tanto fondo de inversión. Ya verás como terminan. No los envidies. Tú, en tu casa, con tu taladro que el abuelo me pasó también y que luego celebramos con una botella de sanpedrillo como en pocas horas repetiremos en nuestra casa, con un ligaillo magnífico que ha traído tu tía. Tu, yo y el berbiquí.
La herencia
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