Rastrillo de arena

Decidió construir su propia ciudad, sus propias leyes, su propio mundo.
Quizás muchos pudieron pensar que un cubo y un rastrillo de jugar en la playa era un comienzo con alta dosis de ingenuidad pero desde un sillón de la Gran Vía madrileña en un envidiable ático con vistas al cielo mientras acaricia aquellos juguetes bajo el tapizado con la otra mano que no es la que firma contratos con los ministerios, hay quien no pensó lo mismo.