Los niños crecen (quieras tú o no)

La cabeza agachada y metida entre los hombros casi no dejaba ver su habitual sonrisa enigmática. Los pelos no le tapaban la cara porque tenía un pelo corto, casi de punta, peinado con los dedos hacia la derecha, o hacia la izquierda, qué más  da, no era un tema que le preocupara, y menos ahora, en ese instante de tanta trascendencia. Le quedaban pocas alternativas, a esas alturas ya quizás sólo dos. Pensaba qué pocas opciones suelen tener los adolescentes, grandes olvidados entre el mundo infantil de las series televisivas y la paparrucha esa de madurar y ver telediarios. Sólo le quedaban dos opciones: morir de inanición o tirarle la maldita sopa de fideos a la cara.

Versalitas

"Tienes debajo de tu asiento un paquete envuelto en una cinta amarilla, gruesa. Hay un lazo con una etiqueta en una de las caras. Sólo tienes que tirar de ella. En el cartón viene escrito tu nombre en mayúsculas, bueno, realmente es versalita, ya sabes, letras mayúsculas en el espacio que ocupa una minúscula, bueno, es tu nombre, da igual, se lee bien, no te puedes equivocar. En el día de tu cumpleaños, Vene, por qué  te llamamos así, son tantas preguntas sin respuestas y algunas como esta nunca me ha preocupado y ahora me martillea el oído como un reloj de cuco, Vene...

No tardes en abrirlo, puede ser muy bonito si lo abres sobrevolando París. Suena romántico. Lo nuestro lo fue. Hubo pasión. Mucha. Todo acaba. Lo nuestro acabó. Siempre te fui fiel. En eso no tendrías que haber dudado nunca. Sólo que había cosas que no deberías haber sabido. No había resquicio de mi intimidad que no estuviera franco para ti pero aquel cajón no debiste abrirlo. 

Te quiero. Nos vemos."

Vene dejó el móvil en el asiento vacío de la izquierda, el que debiera haber estado ocupado por Manuel. Por la ventanilla se veía de lejos algo que podría haber sido la capital de Francia u otra ciudad, eso es cierto. Palpó con las dos manos bajo su asiento y cogió una caja de cartón con un grueso lazo amarillo.

Lo puso sobre su regazo y  estiró lentamente. Casi  terminando de soltarse y abriéndose la caja al mismo tiempo sintió un fuerte golpe en el asiento de atrás y unos brazos rodeándola que la apretujaban contra el asiento.

Al instante, una explosión hizo añicos el avión. Aquel atentado tuvo lugar un día como hoy sobre alguna ciudad de la Île-de-France.

No recuerdo cuando fue el último...

Hubo un tiempo en que entre muchos de los que nos conocimos en las redes eran habituales estos juegos que a modo de cuestinarios permitian conocer más y mejores sitios que visitar.
El amigo Chema de http://jrubira.blogspot.com.es me incluyó hace mucho en uno de ellos y ahora, algo tarde, respondo. Él sabe que las cosas de palacio van despacio (menos para salir corriendo a Suiza, claro) y espero disculpe mi tardanza.


 



Recomiéndame un autor.
Boris Vian.

¿Cuál es tu personaje literario favorito?
 Sherlock Holmes, bueno, realmente cualquiera que sepa hacer el pizzicato con el violín.

Lugar y momento preferido para leer.
Cuando hay que esperar a alguien y no puedes hacer nada....sacas el librito de bolsillo...

 ¿Y para escribir? 
 La noche.

¿Cuáles son tus fuentes? ¿En quién o qué te inspiras?
Todo lo que veo, oigo y leo.  Los autobuses son fuente inagotable de historias.
¿Tiene un porqué el nombre del blog?
 Claro, cómo dejar semejante cuestión al azar de Blogger... je je je aquí cuento algo http://elcallejondelosnegros.blogspot.com.es/2007/11/los-nombres-que-pisamos.html
¿Qué te llevó a crear el blog? 
Vine a este mundo de los blogs porque me dijeron que se ligaba bastante. Era mentira. descubrí tarde que era un bulo de la gente de Tumblr. 

¿Conocías mi blog?
 Sí, y debería acercarme más a él (aunque siempre con un par de Alhambra 1925 bien frías en la mano)

¿Qué estás leyendo ahora?
Moby Dick de Herman Melville
 

¿Has escrito algo que no te atrevas a publicar? ¿Por qué?
Bastante pero así rematado un par de cosas breves. Básicamente no los publiqué porque no lo entendía ni yo. 
Algún consejo para trabajar con el blog.
No me hagas caso pero ya que preguntas, "no revises mucho los textos" ese proceso acaba tendiendo a infinito y se pierde frescura. Cómo lo mío es el microrelato, cada vez que repaso quito palabras... y a veces no llego ni al párrafo...


Algunos blogs con textos interesantes que me gusta leer de vez en cuando....

http://loqueleoloqueleo.blogspot.com.es/
http://mattrioska.blogspot.com.es/
http://sevillanadas.blogspot.com.es/
 http://flordeladulcamara.blogspot.com.es




La punta del iceberg

¿No os ha pasado nunca que la historia estaba hecha y de pronto se pierde? Se esfuma, desaparece sin dejar rastro. Con el trabajo que cuesta evadirse del ruido para seguir el hilo argumental que va llegando de ese talento oculto para hilvanar sucesos. ¡Perdona! ¿has dicho talento?¿quién te lo he dicho que has acabado creyéndotelo? De tu trabajo, continuo, de una creación de personajes, igual salidos de una nube en pleno sueño o de un atasco en la carretera. Has logrado evadirte, mostrar en pocas palabras una realidad a  la que sólo quedan poner señuelos para que tus lectores se acerquen sin mucho ruido. Lo tienes todo en tu cabeza hasta que en un suspiro te encuentras que nada anotaste, nada pintastes en las paredes de tu memoria, nada clavaste con los dedos aunque fuera una etiqueta en tu móvil. Escuchas ruido de cisternas. Nada te queda. Ni la punta del iceberg que se hunde irremediablemente en el fondo del ancho ponto.

Caminante.

El paso de oler las flores a comérmelas está siendo entretenido. Al principio el polen se agarra a la garganta pero con vino se supera...

El caminante parecía un andarín recién salido de la academia por su forma de poner un pie delante del otro, sin miramientos de ningún tipo, sin guardar para cuando haga falta, sin cargar bien la espalda, sin distribuir el peso, sin mover el cuerpo solidariamente, ahí iba el caminante, que era eso solamente, alguien que tenía un camino por delante.

El tiempo de la pena

De corazón, mi ciudad, mi país, mi civilización, mis raíces pesan cada vez menos. La sonrisa de mis hijos las tendría en cualquier sitio.

Y poco más nos contó antes de montarse en el avión. Era el último pasajero que subió las escaleras. Luego la azafata cerró la puerta con fuerza. Dentro esperaban su mujer y sus hijos. Las caras de tristeza no les permitieron verse por dentro realmente. Había un hilo de esperanza que aún desconocían y que al llegar al nuevo destino iban a ir descubriendo. El tiempo de la pena tenía las horas contadas. No venían de la penuria pero una apuesta en firme por la mejora, por la dignidad, le había llevado a apostar. Él que nunca había jugado ni a las quinielas.... El tiempo de la pena duraría lo que un vuelo a cualquier otra ciudad amurallada.

Alfred


Quizás sea bueno que empiece por la descripción de mi acompañante en este encierro forzoso. No quiero que se alarmen por lo de forzoso, cierto que es contra mi voluntad pero me tratan bien, menos la libertad de poder salir alguna vez fuera, a la calle, el resto está bien. Permitiría que el mismo se presentase y les introdujera en esta situación al menos curiosa que nos reúne pero mi amigo no puede hablar, no habla, no puede aunque  abre la boca enseñando sus dientes y su lengua muy roja. Impresiona pero hablar, no habla .  
No se si quiere, no mal interpreten mis palabras de él no conozco más que algunas cuestiones de carácter teórico, y son estas horas que llevo encerrado el único aval que podría aportar como experiencia con estos tipos de seres. Alfred es un mono de plástico con el que comparto celda. No habla pero si gesticula abriendo la boca y levantando los brazos paralelamente por encima de su cabeza y haciendo chocar dos platillos que lleva en cada mano. Lo hace todo a la vez.

* Ilustración de Martín Aranda Belloso.

Declaración de amor

En ocasiones te echo de menos y tu nombre, tus nombres por cada sitio que sopla el aire, no sabes como te añoro cuando no te rozo. Te amo calle, te amo.

El tumulto

En aquel tumulto no había quien se pusiera de acuerdo. Por eso era un tumulto. No se sabía si iba o venía. Lo que no faltaron fueron los clásicos opinantes (opinólogo no existe que lo he mirado en el diccionario) extremistas. Allí estaban. Uno con su "dejad que la bulla fluya, que ande sola" y el otro con el "¡vamos a morir todos!". Y desde su balcón, inadvertido para la masa, un señor gordo con tirantes y puro en ristre apoyado sin más dejaba entrever con una mueca su afilado colmillo de oro.

Mi cartel de feria II

Como los que elijan los carteles sean los mismos que toman decisiones sobre  donde deben parar los autobuses que van a la feria o sobre las fechas que toda la vida ha tenido la fiesta apañados vamos... por eso ahí va otra sugerencia.
De gratis.

No me digáis que no hubiera sido algo más llamativo, alegre, simpático, motivador que la muchacha tristona que nos han puesto en el cartel de las fiestas de primavera de este año...


Mi cartel de feria

Mi cartel es una foto. De mi puño y letra.
Así fue siempre la feria, añoro los días de montaje. En la feria como en casa, mi cartel para la feria. Esta vez sin mis herramientas habituales, las palabras, pero con mucho cariño y una cámara compacta.


Binarios

Hola verano, adiós invierno.
Abierto, cerrado.
Uno, cero.
Blanco, negro.
Arriba, abajo.
Somos totalmente binarios.

Tensa espera

Apretó los puños mientras los miraba fijamente. Con la uña se rascaba de manera imposible la palma de la mano y volvía a apretarlos. La mirada fija y obsesiva en aquellos nudillos cubiertos no era una buena señal para su oponente que como él esperaba la orden del árbitro para comenzar el combate. Un ruido ensordecedor rodeaba el mas absoluto de los silencios, circundaba un vacío sonoro. Estaba ante lo que muchos habían buscado durante siglos, la cuadratura del círculo era el propio ring.

Impulso.

Te asomaste a la calle para gritarle que no se fuera. Lo viste salir del portal despacio con las manos en los bolsillos. Te agarrabas a la barandilla con una fuerza inusual. Se paró en el semáforo aunque no venía ningún coche. Casi arrancas los gruesos tornillos que te aferraban a las paredes. Se puso en verde.  Tu grito no le llegó porque no salió de tu garganta. Era, ya, otra vez, sólo una sombra en tu cabeza.

Mi cartel de Semana Santa...


Mi cartel de Semana Santa.
(Microrelato de una frustración)
El nazareno de ruán negro con el de antifaz morado y capa blanca coinciden en el semáforo de una de esas avenidas que van a parar a la Ronda y que a vista de pájaro son como los siete puñales que aparecen clavados a un corazón en el escudo de Los Servitas. Hace mucho aire pero están tranquilos porque saben que no peligra su estación de penitencia, saben que no habrá problemas con la lluvia como en los últimos años. El sol está en lo más alto y luce el redondel un amarillo albero que envidiarían los más taurinos. Los dos nazarenos no se hablan. Cumplen las reglas de su hermandad pero no porque vengan en un boletín año tras año como recordatorio, ni porque así vengan recogidas simbólicamente entre portadas de plata en un libro al que este año acompañaran con varas cada uno con los suyos, con sus propios andares. Lo hacen porque así se lo enseñaron quienes en tiempos ya casi olvidados los llevaron por ese mismo camino. Los dos nazarenos cruzarán luego la calle y seguirán un rato andando juntos hasta el siguiente cruce donde ya sus destinos seguirán líneas separadas. Sin caer en la cuenta que sus pisadas andarán de nuevo superpuestas por la estrechez de la calle de las Sierpes o en las brumas de incienso que se acumulan entre las columnas de la Catedral. Todo eso, será después. Ahora, en el cartel que enmarca con cuatro dedos, dos de cada mano, el niño que se ha detenido separándose del resto de los amigos que marchan hacia el centro en busca de otro día de cofradías, se les ve juntos esperando poder avanzar. Un cartel sin pasos en la calle. Con coches y semáforos. Dos nazarenos camino de sus sueños. ¿No es eso también la Semana Santa? Para mi sí pero sólo tengo palabras... y con eso no hago un cartel.

Viviréis.

Era el mes de Mayo. Las dos de la tarde. La calor apretaba y tocaba ya hacer una parada para refrescarse. No quedaba agua en el búcaro. Ni había  nada que se le pareciera. Y si no se para para beber no se para que tiempo parado es tiempo perdido. Al caer la noche allí mismo se echaban. O se caían rendidos. Las mantas que hubieran podido traer del camión ya  lejos e inalcanzable o la propia tierra incluso a algunos les servía de fuente de calor. Casi que ya eran piedra, mimetizados con el paisaje. Algunos metían las manos en los bolsillos y masticaban granos de arroz mezclados con la propia tierra que movían. Sacaban la tierra a palazos para desplazarla varios metros donde la  dejaban para enterrarla de nuevo. Y los tres se acordaban de las frases del juez que les libró de la pena de muerte. Viviréis para veros morir. No queremos vuestro esfuerzo para construir. Viviréis para veros morir vosotros mismos. El sufrimiento llegaba ya a su fin. Y sin atisbos de arrepentimiento. Siempre era Mayo en Laguna Seca, en aquel desierto tenebroso.

 

La herencia

Algunos pensarán que vestirse de domingo para ir a un notario a dejar semejante herencia es exageración. Ahora le tocaba a él. Es lo que te llevarás, hijo, como primer descendiente, el resto ya verás como terminan con tanta hectárea, tanto apartamento, tanto fondo de inversión. Ya verás como terminan. No los envidies. Tú, en tu casa, con tu taladro que el abuelo me pasó también y que luego celebramos con una botella de sanpedrillo como en pocas horas repetiremos en nuestra casa, con un ligaillo magnífico que ha traído tu tía. Tu, yo y el berbiquí.

Me consume, Poe.

Entre dos aguas, entre dos realidades. Poe me tiene agotado. Me destroza en la búsqueda de la belleza. Casi no doy para más pero sigo insistiendo en revolver las almas de los atormentados. Preguntas sin eco, secas al golpear que desangran al hombre que nunca fui. Poe, cabronazo inmisericorde, me consumes y me enganchas hasta que de mi ya no queda nada y caigo derrumbado ante mi propia tumba. Allí mismo. Me consume, Poe.

Me llaman el buscador

Hoy he buscado palabras pero no he encontrado nada. Otro día estuve buscando aire y no encontré nada. Me llaman el buscador pero nunca encuentro nada. Cuando halle aquello que busco o llegue a mi lo que alguien dejó para que otro encontrara, entonces ya no me llamarán así ni tendré la consideración social que ahora disfruto. Sigo buscando pero el día que encuentre mi suerte cambiará. Encuentre lo que encuentre.

Esta noche, por una noche...

Esta noche, por una noche soy monárquico sin fisuras, y hasta por tres veces. Esta noche, y la tarde antes, buscando el cortejo que no debería perderse nadie, y para el que no necesitamos programas ni itinerarios ni ¿a qué hora sale?... sal a la calle y sigue la sonrisa de cualquier niño, ahí lo verás escrito todo. No tiene pérdida. Esta noche, por una noche, sentiré que hay mucho por hacer y que este es el camino, el de la ilusión. Y tendré que hacerlo bien, que ellos, mis niños, lo revisarán todo ¿dejaste la ventana entreabierta? ¿quitaste el sillón para que puedan moverse con soltura? ¿preparaste con ellos los avíos que le dejaréis para SSMM y ayudantes? Una copita de anís Los Hermanos les vendrá bien que se esperan temperaturas bajas, muy bajas para estas latitudes. 
Cuando mañana pase el terremoto iremos volviendo poco a poco a nuestros quehaceres y malhumores y sin duda, porque me pasa siempre, si no cargara las pilas mientras veo la cabalgata, llorando, riendo, soñando y absorbiendo  cada instante las apabullantes dosis de ilusión, imaginación, alegría que me entran por los poros cuando los miro, a ellos, a los otros, a los que van y a los que vienen, si no fuera por ellos todo sería más difícil. Sin duda.
Esta noche, por una noche...