El dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
(“El dinosaurio”, Augusto Monterroso)


La convivencia con este tipo de personas nos lleva a la desesperanza, al desengaño, a la decepción, a la contrariedad, al chasco, a la amargura, al despecho, al desaliento, a la frustración, al fracaso, a la incredulidad, al desánimo, al descorazonamiento. Es un dinosaurio de la escena, un monstruo de la interpretación, un depredador en el escenario. Me tiene enganchada y por eso cada mañana deseo que al despertarme ya no esté a mi lado. Que se haya marchado, incluso con otra. Que me abandone él porque yo no puedo hacerlo. Nunca sería capaz y sin embargo, es mi única escapatoria.

TIC

No es de bolsillo el reloj. De bolsillo es el tiempo.
(“TAC”, Javier Mije)

‘Y sin embargo se mueven las manecillas’ balbuceó el reo tras la confesión que le salvaría la vida.

En el tajo

Jacinto andaba preocupado por alguna razón. Otras veces habíamos hablado de como evolucionamos las personas, como vamos buscando el sitio adecuado en la sociedad, como a veces hacemos daño sin querer y otras veces somos los que recibimos. No siempre somos tan buenos ni tan malos como nos dicen que somos. 'Santiago', - me solía decir- ' mira, las cosas hay que verlas con la perspectiva del paso del tiempo, no confies en quien te dice que eres un joven muy maduro...'. Andaba preocupado Jacinto y menos mal, en una de las paradas que por obligación hacemos en el tajo, me pasó un papel escrito por ambas caras, una de ellas con la nómina y otra con unas extrañas rimas, eso me pareció al principio, y que no eran más que pensamientos escritos al ritmo del soniquete de la trituradora que usamos para hacer desaparecer todo lo que nadie quiere.

Dicen que se hace camino al andar ...
¿y si el camino se acaba y el aire te empuja en la espalda?
Puedes continuar cegado ansiando que termine el matorral
para que empice la senda que no debiste olvidar...
Puedes dar marcha atrás y volver sobre tus miedos
cortando con estiletes la espuma que no deja ver tus dedos.
Puedes estarte quieto emulando a Don Tancredo...
Puedes pensar que alguien desde arriba vendrá como Superman.
Puedes pensar en tantas cosas. Puedes no actuar. Puedes soñar. Puedes dormir, sin más.
Lo que nunca debes hacer es pensar que todo se ha acabado. La vida no es un camino. Son muchos.

La casa del acantilado

Os verdes anos primeiros
foxen como o vento soán,
do esquivo cabo Nariga
antre o espeso matorral.
(Eduardo Pondal)

Mi cara era como una serie de fotografías, algunas de las cuales deberían haber terminado en la papelera. Pero no lo hice y ahí siguen apareciendo y mostrándose en cada espejo con el que me cruzo. Sólo enseña su lado amable en el recibidor de casa de mis padres. Allí todo es distinto. Desde que entro por ese portón inmenso al que se llega desde la curva de la carretera. Justo donde una señal indica que quedan tres kilómetros para Malpica de Bergantiños. Nunca debí conocer mundos nuevos. Nunca debí salir del espejo del recibidor de casa de mis padres. Pero de aquello casi no me acuerdo. Gracias en parte a mis gafas amplias y oscuras que me aíslan de todo reflejo, lejos de toda posibilidad de encontrarme con algo que pueda mostrarme tal y como soy, con el rostro de la mentira acumulada año tras año en Madrid. Mi verdad está entre los raqueros. Y allí me dirijo. A perderme para siempre en las Sisargas.

Cuarentena, garabatos y reformas en el callejón.

Es doblar una esquina y saber que vienes para quedarte.

Tienes tu aroma y tu propio sabor de barrio, y tienes tantas cosas buenas que te hacen especial, silencios y músicas, encuentros y soledades, avances y retrasos. Tienes tantas cosas que te hacen tan especial. Con el cambio climático nos despistas y te anuncias con racheos inesperados. Te anuncias, que bien te anuncias. Sabes que cada año me asomo para verte pasar y ahí estás.

Sabrás de sobra que por aquí, por estas latitudes, tenemos formas de hacer las cosas, de mostrar nuestro arraigo a la tierra que pisamos. Sabemos que es lo importante y por ello lo anunciamos con vísperas.

¿Qué sería de nosotros sin las vísperas? Creemos tanto en la espera que le damos forma y modos de ser.


Y ahí seguimos... la Cuarentena sevillana.

Y los miércoles, desde hace ya unos meses nos mojamos los pies en el Arroyo Garabato. Aveces pescamos ranas y otras un resfriado pero ¿y el buen ratito que echamos?

A partir de una fotografía de lo cotidiano, es un acercamiento a los diversos mundos que en mi habitan.


También habréis observado que este callejón se centra cada vez más en plasmar con pequeños textos mil historias, relatos, cuentos. He dejado de lado otros apartados, algunos de ellos fueron impulsores en la creación del propio blog pero ahora quiero recuperar el tono de los relatarios dejando más de lado otros aspectos. Es lo que me apetece.

Nos leemos.

Divagando sobre un cuadro

Con permiso del que sabe hacer estas cosas magistralmente...

Room in New York, de Edward Hopper


De compras

Sin dejar de leer el periódico Thomas habló a su esposa: ‘Querida, vas a tener que ir a Macy´s a por esas cortinas que viste con tu madre. Creo que esta casa empieza a parecerse a uno de los escaparates del barrio Rosso de Amsterdam.’

Ella sin mutar el rostro, dejó caer un dedo sobre una de las teclas del piano mientras pensaba como de aburrida empezaría a tornarse su vida a partir de que los empleados de Macy´s taparan su única vía de escape. Lo único diáfano en su vida.


Algo se nos ocurrirá*

Y allí seguían esperando que algo se les ocurriese. Quizás ya estaba pasando demasiado tiempo desde que se plantearon que la solución vendría de forma lenta pero segura. Allí seguían esperando que algo se les ocurriese. Decidieron que mientras esperaban la idea que los sacara de esta doble vida, ella tocaría el piano y él leería los periódicos. Anna y Dmitri no tenían prisa por ser libres.


* Basado en el cuento 'La dama del perrito' de Anton Chejov