'Muchas veces, tantas y tantas, hablo para mi mismo más que para los demás, no es culpa mía que me escuchen.'
'Querido Leonardo, tus palabras las he recibido como latigazos en la espalda.'
'Estos papeles rotos que encontré en la papelera de tu oficina, cerca de tu mesa, en aquella planta treinta y dos del edificio más feo de tu ciudad, estos papeles no los entiendo, hay caritas dibujadas en algunos de ellos, me confunden, la imagen que tengo de un director de finanzas internacional es otra, y la de un poeta vagabundo otra. He decidido no recogerlas, este marrón se lo paso a los del turno de mañana, las que dan el repaso al mediodía. Me largo antes de que me de por contestarte. Y dejarte lo que pienso, ¡qué carajo, viejo! te lo digo claro, dejad de empapelarme el local con cartas de ida y vuelta, ni que fueramos un compás montado en un barco de ultramar, ¡Dios que pesadilla!'
'Lo último, has perdido el norte Leonardo, esto de 'salta salta salta pequeño canguro' ¿a qué viene? ¿y qué tu msmo te vas a publicar? No puedo leer con tinta roja, ¡crisis! no hay bolígrafos Bic, Bic naranja escribe fino, Bic cristal escribe normal...'
'No me cuentes volteretas. Estoy malo, no respiro bien, le he puesto zancos a las patas delanteras de la cama, para respirar mejor. No encontré otra cosa que Ulises de Joyce y Rayuela de Cortázar, menos mal que tengo señalado por dónde voy, literatura paralelas, escrito junto listillo, con unos separadores que me han traído de Creta.'
Muy normal no estaban, no, los de Arthur Fields Company, no, demasiadas horas de trabajo. Y muy poco de lo otro, ¡eh! no te pases, es lo que decían en la treinta y tres ...