Carta para una seta

 
 
Recupero esta entrada de Diciembre de 2008, que escribí para uno de mis blog que ya llegó al final de su viaje, porque me sigue pareciendo muy cruel que la burocracia se cargue la imaginación. Cualquier burocracia, cualquier imaginación.

Me pregunto quien tuvo la magnífica idea de convertir este buzón de Correos en una seta. Un buzón y una seta guardan muchas similitudes pero sobretodo una evidente, se esconden en ellas muchos de nuestros sueños. Me pregunto quien tuvo la magnífica idea de convertir este buzón de Correos en una seta. Y sobretodo porque no fui yo. Por qué no tuve esa genial idea. Cuando voy a echarle una carta, me apoyo en su sombrero colorao y le digo en voz baja donde quiero que la mande y noto que se hace el remolón. Me pregunto quien tuvo la magnífica idea de convertir este buzón de Correos en una seta.

La marabunta


No quedó nadie que pudiera valerse por si mismo tras el estruendo y el caos posterior. En la comisaria central varios testigo relataban los hechos. Todos coincidían en haber vivido los segundos más amargos de sus existencias condensados en un grito que atravesó sus vidas y las aceras: ¡Ya están aquí los colegios!

Temperare

El camarero, tras la barra, se movía lo mínimo posible. Lo imprescindible. El gasto energético se reducía a menos de lo que necesita alguien para vivir. Igual no estaba muy vivo. La cerveza la servía fría hasta ese punto mágico que no se congela pero eso no lo apreciaron los tres armarios alemanes con los que estaba aquella noche. A esa temperatura sugirieron bañarse en ella en lugar de bebérsela.
Entré en la dialéctica y salí rodando por la puerta.