#Photourban16. Mañanita del sábado...

El sábado 24 de septiembre pasamos una mañana muy agradable, divertida y entretenida andando por el centro de Sevilla haciendo fotos...había varios temas de los que podíamos presentar una foto para cada una de las categorías.

La compañía siempre es lo más importante y el rato no hubiera sido lo mismo sin Dani, Pepe y mi tocayo Antonio.


Todo organizado estupendamente por la Agrupación fotográfica Contraste Fotográfica.

Las fotos que hice en cada tema (no digo cual presenté al concurso porque ese asunto es el menos importante al menos para mi) os las dejo aquí porque con ellas igual alguna vez se escribe algun relato...porque si una foto siempre tiene historia..muchas forman una vida....

Picado o contrapicado









El paso del tiempo en la ciudad










Gestos







Proxima B

Rozando la frontera de septiembre se respira tanta ilusión por los nuevos proyectos tantas fotos de viajes impensables en las redes que me da cosa ahora cumplir mi misión. Tengo también mi corazón. Podrás pensar que viniendo de tan lejos pueda estar ausente de sentimientos. No, no es así. También he llegado a amar y a reir con los míos, y sentirme bien con los demás. Y algo queda, joder, algo queda. Algo quedaba. No debo flaquear y cumplir las razones por las que llegué hasta aquí. Irán cayendo uno a uno pero permíteme una frivolidad, algo propio del siglo XXI, un gusto especial, un placer personal. La primera cabeza en explotar que sea la del cuñado que publicó en Instagram que él ya sabía lo del planeta nuevo que se parece tanto a la Tierra.

Prólogo a una vida.

Curiosa la historia de Juan Lemos. Digo curiosa pero debería decir única porque tener 34 años y haber pasado entre horfanatos, reformatorios, centros de acogida y cárceles sólo un año en libertad consciente es un auténtico caso digno de estudio. Pero no es lo más sorprendente de Juan Lemos. No. Hay más.

En ese año de libertad le ocurrieron las cosas que ahora podrán leer tras este prólogo. Un año que acabó con su vida. Un año en el que tuvo un hijo, escribió este libro y quemó un bosque.

La bala.

Se dio cuenta de que una bala le había rozado la camisa cuando llegó a su casa. Se sentó a peso sobre el sofá y perdió la mirada que nunca más recuperaría del final de la habitación. Ni el ruido ocasionado por la Heckler al caer al suelo deslizándose desde su mano sudorosa le sacó del trance. Otra vez había disparado él antes pero una bala le había rozado la camisa...

Egos.

Iba todos los días a la estación a ver pasar a la gente. Me sentía feliz imaginando entre ruidos y prisas las historias de cada cual. Qué magníficos disolventes del ego son las estaciones de trenes.