Frankenstein o el moderno Prometeo

Un día escribí ...

El mito de Frankenstein es, prácticamente, una idea original(1) de la inglesa Mary W. Shelley, aunque desde luego, la idea de construir seres artificiales ha estado siempre presente desde la antigüedad hasta nuestros días y en el ámbito científico en esa época ya se hacían experimentos como los del químico escocés Andrew Urde de resucitar a un hombre con descargas eléctricas, precisamente en diciembre de 1818 que fue el año en que se publicó el libro.

Lo primero que se me viene a la cabeza es relacionar esta novela con El extraño caso del Dr.Jekyll y Mr. Hyde de R.L. Stevenson y con el Hombre invisible de H. G. Wells, y lo que veo en común en estas obras es la obsesión de superar los "posibles" límites de la ciencia y querer ir más allá, rebasando las reglas de la ciencia, de la sociedad establecida y, las que más problemas le podían traer, las morales y religiosas. En la obra de Mary W. Shelley existe un trasfondo científico muy grande, sobretodo en los primeros capítulos del libro, en los que aparecen ideas y nombres fundamentales en la historia de la ciencia y la filosofía: Cornelio Agrippa, Paracelso, Alberto Magno, la máquina de vapor de James Watt, origen de la electricidad, Plinio, Buffon, la circulación de la sangre, la distribución de las estrellas, expediciones por el Polo Norte, búsqueda de nuevas rutas comerciales, etc. Desde luego era reflejo de la sociedad que vivía y del ambiente en que se movía la autora. Relacionado con la cuestión científica destacaría el hecho de que todavía existía la idea de científico universal y de la búsqueda de conocimientos al estilo (salvando las distancias) de Platón, Aristóteles, Galileo, Descartes, etc. aunque ya la especialización comenzaba a extenderse, y esto lo comento porque, a lo largo del libro, aparece esta idea muchas veces: en las cartas del navegante Robert Walton le dice a su hermana "...dedicaba las noches al estudio de las matemáticas, teoría de la medicina y aquellas ramas de las ciencias físicas que serían de mayor utilidad ...", el mismo Robert Walton se queja "mis sueños son más ambiciosos y magníficos pero carecen de equilibrio.."; en las primeras conversaciones entre Victor Frankenstein y el navegante, el primero le dice al capitán que "...Busca usted el conocimiento y la sabiduría como me sucedió a mí antaño ..." y el profesor Waldman le dice al estudiante Frankenstein "...Pero no por ello he abandonado las otras ramas de la ciencia. Mal químico sería el que se limitará exclusivamente a esta porción del conocimiento humano. Si su deseo es ser un auténtico hombre de ciencia y no un simple experimentadorcillo, le aconsejo encarecidamente que se dedique a todas las ramas de la filosofía natural, incluidas las matemáticas."

El hecho de querer crear un hombre artificial va ligado a multitud de ideas que se dejan caer a lo largo del libro. Curiosamente, durante la primera parte (hasta que el monstruo toma vida) estas ideas están como apagadas y el ambiente es positivo : un hombre bueno que se dedica al estudio y a trabajar infatigablemente para ofrecer nuevos avances a la humanidad. Es a partir de la separación precipitada de Victor y su criatura cuando el libro toma un carácter más reflexivo y dramático. Esas ideas se repiten constantemente son de lo más variado y las expongo a continuación.

Se podría tener una lectura de esta obra como la del abandono de un hijo por parte de su padre el cual no está satisfecho con lo conseguido, a esto se unen los conceptos de belleza, estética y equilibrio (2) que tanto atormentan a los protagonistas (tanto al creador como al creado) pero también la idea de que un hombre sea capaz de crear un ser vivo partiendo de la muerte (es decir prácticamente de la nada) es una clara emulación de Dios y por tanto otro conjunto de ideas que atormentan al ginebrino es el hecho de que si creaba una segunda criatura podrían perpetuar una nueva raza, una nueva clase de seres humanos con características realmente espléndidas (tanto físicas como mentales), yo diría que perfectas pero con el único inconveniente de no tener los rasgos de belleza a los que estamos acostumbrados. Los problemas morales que tenía Victor Frankenstein son evidentes y más si tenemos en cuenta el papel que la Iglesia jugaba en esa época (se entiende claramente en el episodio en que Justine se autoinculpa del asesinato de William) entiendo que un mensaje del libro podría ser que la especie humana puede terminar y aparecer otra superior, es decir, en cualquier momento podemos tener una nueva génesis.

La lucha entre el bien y el mal también surge de una manera evidente. El monstruo transforma su personalidad radicalmente justamente cuando ha conseguido lo más difícil en un ser humano que es usar eficientemente su cerebro, mientras Victor que se mueve en el plano del bien empieza a tener dudas respecto a esto (por la barbarie que cree ha creado). La cuestión que resume esto podría plantarse en los siguientes términos : ¿existen buenos y malos? ¿quién es el malo? ¿es la maldad un término absoluto?

Dentro de esta serie de contradicciones que aturullan a Victor Frankenstein, a la autora, al círculo cultural en que se movía y, pienso, que a cualquiera que medite un poco sobre el tema es el de la muerte y en esta obra ese hecho se supera. El ser humano lleva toda la vida intentando superar lo único que es inevitable. Lo que está claro es que al final el que ha ido en contra de lo establecido ha salido perdiendo, la mayor parte de su familia muere a manos de lo que el mismo ha creado, por el sueño de su vida. Curiosamente sabemos que experiencias similares a las del libro se llevaron a cabo durante esa época (aunque en el libro nunca se dice cómo lo hace sino simplemente qué es lo que hace) pero ¿se llevan a cabo estos tipos de experimentos en la actualidad? ¿qué pasa con los casos de clonación, industria genética, etc.? La opinión pública se plantea en la actualidad cuestiones morales de igual calibre que las que nos propone Mary W. Shelley. Los trasplantes de órganos se realizan de manera habitual (y es un adelanto maravilloso, gracias a Dios) pero, según he leído, se pueden trasplantar todos los órganos menos el más increíble que es el cerebro. ¿Podríamos crear un nuevo ser partiendo sólo de su cerebro?

El tema de la creación de seres artificiales tiene también nuevas salidas, que en el siglo XVIII no podían ni plantearse (Babbage concibió su máquina analítica entre 1828 y 1839), me refiero a la idea de hacer una máquina que simule la mente humana. El problema radica, no en la toma de decisiones sino en como tratar los sentimientos que no tienen nada que ver con lo físico.

Si creáramos una máquina con forma humana (piel, huesos, nervios, músculos) podría programarse para si se pincha en la piel pueda gritar (mediante impulsos nerviosos y valorando la intensidad producir un sonido idéntico al de una persona), incluso si la temperatura ambiental supera un cierto valor, la máquina podría reducir su ritmo de producción en la fábrica y quejarse por el calor.

¿Cómo reflejaría en sus tomas de decisiones cuestiones relacionadas con el amor, odio, compasión, etc.? Quizás no necesitemos respuestas a esto y no nos interesen máquinas que sientan sino que sólo piensen. El problema que se encontró Victor Frankenstein es que su criatura pensaba y sentía. Tal y como se le describe en el libro (y ahí está la maravillosa fantasía) este nuevo ser era perfecto. Inteligencia artificial en su estado puro.

Parece que las cuestiones morales se ponen contra la ciencia cuando se trabaja directamente con los seres humanos pero los especialistas en construir máquinas pensantes no creo que se encuentren con esos impedimentos. Trabajar con circuitos electrónicos no va contra ninguna creencia o religión. El problema puede venir por otro lado, estos adelantos técnicos ¿favorecen o le ponen las cosas más difíciles al ciudadano? Podemos volver a encontrarnos con las dificultades que se encontraron en la revolución industrial. Hasta ahora las máquinas, esquematizando en general, no hacen nada que nosotros no podamos hacer. Ellas tardan menos, más seguras y sobretodo más eficientes. Se crean para que hagan nuestro trabajo, para que vigilen, calculen, maniobren, ejecuten e incluso tomen decisiones lógicas pero de una manera rápida e infalible. No se crean para que sientan por nosotros sino para que nos faciliten las labores, o quizás ¿no es eso lo que se pretende?

En cierto sentido, los seres humanos somos como las máquinas, como sus cajas negras, tenemos nuestras entradas (obtenemos datos del exterior), las procesamos y producimos datos (resultados) hacia el exterior. Muchas computadoras conectadas en una red trabajan de la misma manera, quien dice una red dice transmisión por señales eléctricas, acústicas, luminosas, etc. Este tipo de redes existen ¿qué les faltan a estos sistemas para parecerse a, p.e., una conversación humana? ¿qué tiene la caja negra de una persona respecto a la de una computadora?

Parece que el tema de la programación es fundamental, las máquinas hacen lo que se les dice, aunque puedan tomar miles y miles de decisiones, son un conjunto restringido de casos posibles. Supongamos que creamos dos máquinas cuya misión es corregir y valorar textos escritos en verso (medir rimas, cantidad de palabras diferentes usadas, gramática, ortografía, etc.). ¿Podría programarse para que puntuara la armonía, la belleza de un verso que describe una relación de amor imposible? Entre los humanos los hay más sensible que otros, las máquinas son todas iguales, todas asépticas a lo no medible. Victor Frankenstein lo tuvo más complicado, su criatura era enormemente receptiva y había tomado su propia decisión, se autoprogramó. Aunque no era lo que él quería en un principio supo valorar y analizar su propio problema de manera inteligente. Solicitó una compañera, pero al hacedor esto le suponía mayores problemas. No sabía como iba a responder la nueva criatura. No estaría programada de antemano, y aunque el destino parecía tenerlo configurado, ella podría tomar decisiones no esperadas. Tendría lo que no tienen nuestras máquinas.

C. Evans en El fabuloso microprocesador (1981) decía "...El argumento basado en el hecho de que los fiables computadores hacen sólo aquello para lo que han sido programados, tienen sólo un fallo fundamental; no puede suponerse que el programador tenga pleno conocimiento (y por tanto plena responsabilidad y confianza) de los resultados que se obtendrán. Ciertamente, el programador puede poner en marcha un sistema evolutivo cuyas limitaciones no están completamente claras para él y que posiblemente le resulten incomprensibles" y ciertamente esta premisa tendría sentido si se han conseguidos programas que permitan cierto o bastante grado de autonomía. Esto de todas formas puede entenderse también como producto de un fallo en el diseño de las tarers a realizar o en los criterios para la toma de decisiones. Las máquinas las hace el ser humano, creo que Turing es más certero cuando en Computing machinery and intelligence (1950) decía "...En lugar de tratar de producir un programa que simule una mente adulta, ¿por qué no producir una que simule la mente de un niño? Sometiéndolo a una educación apropiada podríamos obtener un cerebro adulto. Presumiblemente, el cerebro infantil es de alguna manera semejante a una libreta de notas de las que podemos comprar en la papelería. Apenas hay mecanismos (escritura), pero hay un montón de hojas en blanco (../..). No podemos esperar encontrar una buena máquina-niño al primer intento. Deberíamos experimentar enseñando a una de estas máquinas y ver que tal aprende. Después podríamos intentarlo con otra y observar si lo hace mejor o peor. Existe una conexión obvia entre este proceso y el de la evolución."

Casi al principio comenté que la trama del libro se podía resumir en la historia de un hijo que es abandonado por su padre el primer día de su vida. Si Victor no hubiera salido corriendo podría haber educado, trabajado con su hijo y siguiendo las pautas de Turing, en algún momento hubiera tenido éxito. ¿Qué le hizo abandonar? Quizás le pasara por la cabeza que lo que hacía no estaba bien del todo y su propia conciencia lo traicionó, o quizás Evans tenía razón y el programador no era consciente de las posibilidades (o sí era consciente pero ignoraba el resultado final) de su propio programa.

(1) Según Isabel Burdiel : "Cabría tan sólo, con reservas importantes, establecer un precedente popular a Frankenstein en la leyenda judía de el golem que fijó Gustav Meyrink medio siglo después de escribir Mary Shelley".

(2) Manuel García Morente en su libro Lecciones preliminares de filosofía establece la estética como una de las disciplinas tradicionales de la filosofía, al mismo nivel que podría estar la teoría del conocimiento o la metafísica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta cómo has hilado el tema. Me quedo con tu frase cuando dices El ser humano lleva toda la vida intentando superar lo único que es inevitable.

Muy interesante.

La primera vez que leí el libro me despertó cierta ternura cuando "El monstruo" se da cuenta de terror que su sola presencia provoca en los demás...

PD. Perdona que se haya borrado los comentarios pero se me iba "erwifi"...

Un beso.

el aguaó dijo...

Eres una agradable caja de sorpresas. Abro tu blog después de varios días desconectado por varias tareas que he tenido que realizar, y me encuentro con esta increíble reflexión.

En uno de los momentos de la lectura, se me ha venido a la mente lo que mi padre suele decir de aquellos investigadores que crean algo nuevo jugando a ser Dios: Cualquier día van a crear algo que ni ellos mismos sean capaces de controlar.

Muy buena reflexión querido amigo.

Un fuerte abrazo.