Durante la espera no pude dejar de recordar el libro que había caído en mis manos muchos años antes, que lo cogí prestado de casa de mi abuelo, y que ya me quedé para siempre, un libro por el que pidieron la cabeza de su autor, escrito en prosa pero que se leía en clave poética, histórica y sobretodo mágica, con soñadores que caían del cielo para profundizar en los abismos del ser humano. La más compleja de las lecturas que había leído hasta ese momento no era más que una historia de personas que amaban y odiaban, que intentaban vivir.
Y también comenzaba en un avión.
9 comentarios:
Pues si, los finales se parecen, fundido en negro THE END
A un amigo lo echaron de una fiesta privada, y para desquitarse robó un libro, claro que uno de los que iba con él robó una mesita pequeña, de estas de IKEA… como ves, no sólo los amigos de Serrat eran unos aberrantes…
Kisses
A veces, aunque no queramos creerlo, parece ser que el final siempre es el mismo, aunque los matices pueden ser diferentes. Al fin y al cabo, todo final incluye un punto... o varios suspensivos.
Veremos cómo termina ese libro.
Un fuerte abrazo amigo Antonio.
Yo creo que al final, siempre existe el mismo final para todo.
Yo me compré un libro en el Aeropuerto de La Habana y nada más despegar recuerdo que sus letras causaron un efecto alucinante.
Me desperté en Barajas.
El final sirve para poner algo en su contexto y darse cuenta de que tampoco era tan importante.
Los libros prestados no son devueltos nunca.
Y el final siempre es el mismo, porque sea lo que sea, siempre se acaba.
Pues fíjate Antonio yo guardo aún una Biblia muy antigua que era de mi bisabuelo, y aunque muy atrotinada, me gusta leerla de vez en cuando y abrirla por los Salmos, y oler ese papel antiguo y amarillento de tener muchos años.
Y sí ciertamente se acaba en el Apocalipsis el último libro de los 66 que contiene.
Un abrazo
A mí no me gustan que los finales se repitan, ni que siempre se acaben comiendo perdices y siendo felices... pero tampoco todos trágicos.
Saludos!
Lo malo de la realidad y también de los libros es su punto final. Como éste.
ps.: Sigo leyendo...
El último libro que cogí prestado fue en Torremolinos a finales de Agosto: El Mundo de J. J. Millás. No pude soltarlo hasta terminarlo y no me lo quedé porque lo terminé antes de dejar el apartamente donde reside el libro.
Una de las mejores lecturas de las que he disfrutado nunca.
El final al fin y al cabo da lo mismo.
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